sábado, 18 de noviembre de 2017

Bar Marvi, C/ Justo y Pastor, 14, Valencia. (17-11-2017)




            El frío había llegado a Valencia, aunque el cielo permanecía azul con un sol resplandeciente que calentaba tímidamente la mañana del viernes, cuando Los Dalton Buidaolles se dirigían a almorzar a la zona este de la ciudad, y en concreto al Bar Marvi, en la calle Justo y Pastor, 14; arteria de casi un kilómetro de longitud, perpendicular a otra también importante como Cardenal Benlloch, y muy cerca de la zona de Mestalla.



Al igual que el estadio del Valencia Club de Futbol, la barriada toma su nombre de la histórica acequia del río Turia que regaba un amplio sector de la productiva huerta valenciana. Dicha acequia pasaba justo al lado de la grada sur del estadio y, durante las primeras décadas, había que superarla para llegar hasta el mismo. Hoy día, sus múltiples ramales; soterrados por algunas zonas, al descubierto por otras, solo riegan un sector muy reducido debido al avance de la urbanización. 


El Bar Marvi es un establecimiento que ha sido galardonado con diversos premios de carácter local y está considerado como uno de los grandes templos culinarios del almuerzo valenciano. En él se pueden degustar una gran variedad de productos entre los que podemos destacar su amplia selección de tradición gallega. Lacón, chorizo al ribeiro, queso de tetilla o pulpo como el que figura en la imagen, son los platos que se ofrecen en este local de no muy grandes dimensiones ni destacada decoración, pero con una muy buena relación en sus productos entre calidad y precio.  


 En el año 2015, por ejemplo, el Bar Marvi fue premiado con “El cacau d,or”, junto a otros establecimientos que triunfan por el buen hacer de sus propietarios.  También ha sido galardonado recientemente en los concursos del tiraje de la caña de cerveza, el pintxo de oro, o la tapa de la ruta del tardeo. 


Qué decir de sus bocadillos: un pan crujiente que se deshace en la boca, sin perder su toque rústico y enharinado, apenas presenta dificultad a la masticación, resultando delicioso cuando va relleno de viandas tales como tortilla con salmón o chipirones con habitas tiernas.  



Todo en un día en el que el tema recurrente era ese proceso judicial que se estaba llevando a cabo en Pamplona por la violación de una chica en los San Fermines de hace dieciséis meses. Los supuestos agresores que se hacían llamar a sí mismos “La manada”, intentaban demostrar, a través de sus abogados, que se trató de una relación consentida.


También fueron objeto de tertulia temas de salud, tales como el problema masculino de la próstata; algo que alguno de ellos afirmaba suele llegar a todos los hombres tarde o temprano. Sin embargo otros de ellos se resistían a creerlo; tal vez porque no lo padecen aún, tal vez porque la vitalidad del momento les hace ver todo ello como una hipótesis lejana. 


Como siempre, las últimas actuaciones musicales en directo en la ciudad, o las risas contagiosas de algún que otro chiste, anécdota o comentario surrealista, protagonizaban esa mañana del viernes, en la que se saludaba el fin de semana; con una climatología que prolongaba la sequía, pero que invitaba a salir a la calle a pasear y servía para aumentar el estado de ánimo.



José González Fernández

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