sábado, 27 de enero de 2018

Bar-restarurante Mestalla, C/ Micer Mascó, 25, Valencia. (26-01-2018)



           
            Caminar bajo la fina y asperjada lluvia matinal, resultaba todo un placer en ese seco invierno levantino del día 26 de enero. Sin embargo, ir en bici resultaba arriesgado debido a la superficie deslizante que se formaba en algunas zonas de la calzada y en los carriles bici, no aptos para estas inclemencias del tiempo.

            El lugar que este día visitaban Los Dalton Buidaolles se encuentra en una zona muy concurrida y poblada del casco urbano. Aparcar allí con el coche a esas horas de la mañana suele ser una odisea y, sobre todo, en un día lluvioso. El Bar-restaurante Mestalla se encuentra en la calle Micer Mascó, 25, en el barrio homónimo; que toman su nombre de una de las ocho acequias del río Turia, la cual pasa soterrada por las inmediaciones.  El céntrico barrio está en el distrito de El Pla del Real, en el noroeste de la ciudad.


            Sin embargo, tal vez no sea la importancia histórica del ancestral sistema de regadío lo que da fama y prestigio al conocido barrio. El lugar es mundialmente conocido debido a que allí mismo se encuentra el estadio del Valencia C.F. No en vano, el propio Bar está dedicado a las gestas que el equipo ha realizado a lo largo de su historia.  Toda su decoración está referida a las fotos de los grandes momentos y a los jugadores que han logrado sus éxitos.

            El establecimiento ofrece una amplia gama de productos para el almuerzo; tanto del mar como de la tierra; tanto hipercalóricos como otros recomendables en cualquier dieta. Gran calidad y sabor muestran aquellos tales como: sepia, calamares o chipirones; o sus tortillas de patatas gigantes. Todo ello a un precio muy económico, a pesar de la carestía en el mercado de los cefalópodos; por lo que su relación calidad-precio es difícil de encontrar en esa zona de la ciudad tan poblada.  Si hubiera que poner algún “pero” hablaríamos del pan; ese día estaba un tanto correoso y poco crujiente, es posible que el grado de humedad del día influyera en ello, o que llevara elaborado de ocho a diez horas.

            Destacar también del Bar Mestalla sus simpáticas y solícitas camareras, todo un ejemplo de eficiencia y buen semblante; y que, además, te tratan como si te conocieran de toda la vida.

Un establecimiento en el que sus iconos futboleros se mezclan con una decoración de motivos huertanos y pesqueros. La huerta, el mar, el futbol… símbolos de un barrio cosmopolita y universitario, que en la actualidad vive del comercio, de las hostelería y los negocios.

Estando en tal recinto y tan cerca del estadio, el principal tema a tratar no podía ser otro que el futbol. Precisamente al día siguiente el Valencia se enfrentaría, allí mismo, al Real Madrid. Un Real Madrid en horas bajas que venía de ser eliminado en la Copa del Rey por el Leganés. ¿Aprovecharía el Valencia la decadencia del equipo merengue o se enfrentaría a la fiera herida? Gran expectación había en toda la zona, y buena ocasión para pasarse por taquilla y sacar la entrada, si es que no se habían vendido ya todas.

También se habló de las grandes potencias emergentes que, supuestamente, en un futuro próximo mandarían en el mundo, como era el caso de China, Rusia y La India.


Se habló también de la influencia de las redes sociales en las relaciones personales, en los contactos amorosos y, como consecuencia, en las uniones más o menos duraderas entre personas heterosexuales y homosexuales. De la facilidad en contactar y de los peligros que, a veces, conllevaban esas aventuras de citas a ciegas. Todo ello digno de algún estudio sociológico que bien pudiera ser objeto de algún opúsculo literario o científico.
Todo en una húmeda mañana en la que, por la tarde, unos tímidos rayos de sol volverían a templar la Ciudad.
José González Fernández


sábado, 20 de enero de 2018

Bar-restarurante Manicomi, C/ Beato Nicolás Factor, 18, Valencia. (19-01-2018)


El sol lucía con todo su esplendor e invitaba a pasear a pie o en bici la mañana del día 19 de enero, cuando Los Dalton Buidaolles visitaban un nuevo establecimiento, en el distrito de Jesús, a la hora del esmorzaret. Nuevo, por ser la primera vez que lo frecuentaban, nuevo, porque solo llevaba algo más de un mes abierto.



            El distrito de Jesús es el nombre que recibe una zona muy poblada al suroeste de la ciudad, formada por diversos barrios e integrada dentro del casco urbano. Toma su nombre de la Iglesia de Santa María de Jesús y del convento anexo, aunque esta se encuentra, por escasos metros, dentro del distrito de Patraix.



            El Bar-restaurante Manicomi es un lugar especial, distinto a cualquier otro bar, tasca o mesón de los hasta el momento visitados. Su originalidad parte de su propio nombre, pues de todos los lugareños es conocido el antiguo manicomio que se encontraba en la zona, junto a la iglesia y convento; aún permanecen parte de sus instalaciones en estado ruinoso, y alguna zona rehabilitada y convertida en centro de salud y otros organismos públicos. El sanatorio psiquiátrico provincial fue fundado por el Padre Jofré, de quien tomó su nombre, en el año 1.409; el más antiguo del mundo según el diario El País.



            ¿Qué decir del Bar-restaurante Manicomi? Ningún lugar de los visitados hasta el momento se parece a este. No busquen aquí la típica taberna de huertanos o pescadores que durante lustros se abarrota en horas punta de almuerzos y otros festejos gastronómicos. El clima acogedor de Manicomi se produce por su música ambiental suave y relajada - fundamentalmente de jazz-, y su decoración con motivos también musicales.   Lugar para charlar, para leer mientras esperas o, simplemente, para recibir ese alimento del alma que es la música. Un sitio que enganchó, nada más entrar, a Los Buidaolles; tan amantes y seguidores de la buena música. Un local ideal para relajarse; para calmar esa vida loca que llevamos, sin darnos cuenta, con el pulso de lo cotidiano.



            Pero Manicomi es algo más. El toque elaborado de sus productos, también marca la diferencia con respecto a otros establecimientos; aquí la cantidad no es lo importante, pues su cocina se centra más en la calidad, en el detalle, en la presentación, en distinguir sus productos con respecto a otros de la competencia… Todo esto es lo que hace que el eslogan que pone en el rótulo de la entrada: “bojos pel menjar”, se convierta en un axioma que hace honor a la realidad.  Los Buidaolles tuvieron la oportunidad de degustar su espectacular bocadillo de la casa. Una autentica locura; no por el tamaño, sí por la extravagancia de su mezcla. ¿Quién podría pensar que el maridaje de calamares a la romana con morcilla iba a resultar tan explosivo? Esos paladares tan refinados que nunca se atreven a comer a la vez carne y pescado, podrían quedar casi extasiados al experimentar las sensaciones que ese producto, tan maltratado como la morcilla, es capaz de crear cuando se combina con el crujiente calamar rebozado. Como ya se dijo en su momento: la morcilla ¡gran señora! digna de veneración, ilustre y rica, pero si la traidora pica o se repite, ya no es tan bien recibida. En este caso, acompañada por una salsa rosa – en contrapunto al tradicional all i olli – le daba un toque especial a un bocadillo de pan blando recién hecho, al estilo del famoso Mollete de Antequera.



            La prestancia y dedicación se manifiesta también, en este templo del buen yantar, en la elaboración de su cremaet. La canela en rama, el café, el limón, el ron…se perciben por separado en su justo punto de calor, color y sabor. No en vano podemos observar aquí en esta foto cómo se quema el alcohol en el acto, lo que le da al producto su toque de calidad al ser reciente.



            Otros detalles de este establecimiento son: el obsequio de un chupito o una galleta para el café o cremaet, o, simplemente, el hecho de que el cocinero salga a interesarse por nuestro grado de satisfacción.








            ¿Quién se atrevió a decir que Los Dalton Buidaolles eran una sociedad gastronómica exclusiva de hombres? Aquí podemos ver en esta foto que no es cierto, pues en el almuerzo de este día podemos observar la grata presencia de una compañera, quien también se quiso unir por unos momentos, a la habitual tertulia en la que, ese día, abundaban más las bromas y las risas que los temas de reflexión.






            Un día más, un viernes más… en un lugar original e insólito de los que, en ocasiones, esta ciudad puede sorprenderte, sin necesidad de buscar establecimientos de gran renombre o con estrellas michelín.





 
 José González Fernández


         

sábado, 13 de enero de 2018

Tasca Don Jamón, Paiporta, Valencia. (12-01-2018)




A más de un mes de la última crónica de primeros de diciembre, volvemos de nuevo a la carga con nuevos lugares y anécdotas relacionadas con el esmorzaret de Los Dalton Buidaolles. Sin embargo, este tiempo de silencio no significa que, como cada viernes, no se hayan reunido para almorzar, pues a excepción del periodo vacacional, se han dado cita en otras dos ocasiones, lo que ocurre es que al tratarse de establecimientos ya visitados anteriormente, se optó por no volver a hacer crónica de los mismos.



La mañana del viernes día 12 de enero se presentaba muy fría, aunque soleada, pues inclemencias climatológicas en otras latitudes – con nevadas en las cumbres y cortes de carreteras y autopistas –,  traía hasta la costa ese aire gélido que, a las diez de la mañana, obligaba a cubrirse la testa y a taparse la boca. Sin embargo, eso de taparse la boca no se daba en todos los Buidaolles, pues la locuacidad de alguno de ellos le impedía mantener el orificio oral cerrado, y mucho menos cubierto.



La visita de este día correspondía a la Tasca Don Jamón, en la plaza de la Iglesia de San Jordi de Paiporta (Valencia), un lugar que huele a jamón desde que entras por la puerta, porque esa es, precisamente, su especialidad: la tostada de jamón con aceite y tomate. Un jamón cortado con esmero y precisión al estilo artesanal y como mandan los cánones de esta actividad, que en otras zonas de España viene siendo un oficio.



Pero además de este delicioso producto, que nos aporta nuestro buen amigo el cerdo, la Tasca Don Jamón ofrece una amplia variedad de viandas con diverso valor nutricional y calórico. No en vano son muchas las personas que acuden a almorzar, hasta el punto de que, en determinados momentos, hay que esperar para poder coger mesa. Y todo ello por su insuperable relación calidad-precio; pues a pesar de que el jamón no podría tener la consideración de ibérico, resulta bastante aceptable y digno para un buen “pan tumaca”.



También cabe destacar el buen servicio y la predisposición de las dos eficientes y simpáticas camareras, que se desviven por atenderte lo antes posible y te indican el autoservicio de cacahuetes y aceitunas, para que los jugos gástricos no afloren con la espera. 


Un viernes más en esta localidad de Paiporta, de la que ya se habló ampliamente en la crónica del día 25 de noviembre de 2016; esa vez que estuvieron en el restaurante del Hostal Bonavista. Un día más en el que Los Dalton Buidaolles mantienen en su tertulia el recuerdo de un compañero fallecido en estos días de Navidad.  


También fueron objeto de comentario las declaraciones de la actriz francesa Catherine Deneuve, en un manifiesto firmado por ella y por otras muchas actrices francesas en el diario Le Monde, con el fin de - desde su punto de vista - frenar el puritanismo y contra la campaña llevada a cabo por grupos de feministas que denuncian los abusos sexuales.  Un aspecto polémico y debatido en la tertulia, con posiciones a favor y en contra de dichas declaraciones.



Pero todo ello en un clima de amistad, cordialidad y compañerismo, como viene siendo habitual en este grupo que suele variar en su número de asistentes de unas semanas a otras, pero que mantiene la tradición del añorado esmorzaret semanal.



José González Fernández