sábado, 24 de marzo de 2018

Bar La Llar D’Edelweiss, C/ La Farola, 13, Aldaya (Valencia)





La primavera solo había llegado para El Corte Inglés y en el calendario, pero las inclemencias de los fenómenos meteorológicos se dejaban notar durante esa fría mañana del día 23 de marzo, en la que la neblina impedía que el sol luciera con todo su esplendor. Sin embargo, la temperatura subiría más tarde hasta los 21 grados. 


            Ese día, los Dalton Buidaolles, almorzaban en el Bar “La Llar D’Edelweiss” de Aldaya, un municipio situado en la zona oeste del área metropolitana de Valencia que cuenta con más de 31.000 habitantes. Su economía está basada fundamentalmente en la industria y el comercio. La agricultura y la manufactura artesanal fueron en otra época su fuente de riqueza, no obstante, aún siguen existiendo talleres artesanales como, por ejemplo, los de abanicos. En la actualidad, el 37% de su actividad procede del sector industrial: madera, plásticos y productos metálicos. En lo referente al comercio hay que destacar el gran espacio comercial de Bonaire, uno de los centros comerciales más grandes de España. 


El llamativo nombre del bar se debe a que varias mujeres, familiares del dueño del mismo, tienen ese nombre. Un nombre que significa: “El hogar de Edelweiss”. Edelweiss, palabra de origen alemán, es una flor blanca que crece en las praderas alpinas, también es conocida como “la flor de las nieves”. En Austria se considera la flor nacional y es todo un símbolo.


De este establecimiento debemos destacar los descomunales bocadillos, como puede apreciarse: una pieza de cuarenta centímetros. Aquí no se pide en la barra, pues el camarero te muestra una carta con doce bocadillos diferentes, para que elijas entre los mismos. La curiosidad es que cada uno de ellos lleva el nombre de un camarero, siendo el más pedido el “Ricar”: carne de caballo, bacon, queso y cebolla. Este sistema es cómodo, pues vienen a la mesa a tomar nota, pero, a diferencia de otros establecimientos, no ves el producto antes de ser servido. El pan, aunque crujiente y recién hecho, no deja de ser la típica barra, sin el refinamiento y esmero que en otros establecimientos dedican a lo que es la base fundamental del buen bocadillo. 
 

Otra peculiaridad de este establecimiento es la cerveza; te suelen poner siempre una jarra de medio litro, tanto si quieres más como si quieres menos.


No obstante, podemos decir que la relación calidad-precio que ofrece este establecimiento es bastante aceptable, y el servicio es rápido y esmerado. 


La decoración y confort del local dejan mucho que desear. En su día se decoró con fotos antiguas de películas e imágenes al más puro estilo americano, pero actualmente el interior está un tanto descuidado, siendo utilizados algunos espacios para almacenar las sillas y mesas de la terraza, lo que reduce aún más su ya pequeño aforo, produciendo cierta incomodidad a los clientes. 


El tema de de tertulia del día, una vez más, seguía siendo el conflicto de Cataluña, pero esta vez en tono de humor, debido a la parodia que el cómico Albert Boadella protagonizó con su acampada delante de la casa de Carles Puigdemónt en la localidad belga de Waterloo. Como presidente del imaginario país de Tabarnia y acompañado de todo su séquito, megáfono en mano, le dirigió un humorístico discurso a quien fue presidente de la Generaditat Catalana, y que en esos momentos se encontraba por otros países europeos, prófugo de la justicia española, buscando apoyos para la causa independentista.


También se hicieron planes para la próxima calçotada que, como en años anteriores, celebran en tierras catalanas, gracias a la hospitalidad de Carles y Helena; otro de los encuentros memorables de día completo en el que se come, se bebe, se canta, se baila… en ese maravillo lugar junto al mar de la Costa Dorada.



Por último, terminan repasando lo vivido con los acontecimientos falleros, recordando las anécdotas con las risas y el buen humor que siempre les caracteriza.



José González Fernández

domingo, 18 de marzo de 2018

Bar- Restaurante Rojas-Clemente, plaza Rojas-Clemente, 1A. Restaurante El Celler del Tossal, calle Quart, 2 Valencia (15-03-2018)



            Cirros, cúmulos y estratos eran impulsados a gran velocidad, ensombreciendo la ciudad de Valencia, el jueves día 15 de marzo de 2018 cuando los artistas falleros y operarios de montaje se afanaban en colocar sus obras de arte en las numerosas calles de su casco urbano y de algunos municipios limítrofes. Pero no llovió, y el día se presentaba muy benigno para pasear, disfrutar del colorido espectáculo y visitar algunos templos gastronómicos localizados dentro del itinerario de obligada visita, pues las estrechas calles y cerradas plazuelas peatonales proporcionaban el microclima y aislaban de los molestos rigores de intermitentes rachas de viento.



            Un año más Los Dalton Buidaolles decidieron pasar el día completo y parte de la noche en ese recorrido gastronómico-cultural que ya se está convirtiendo en un obligado acto de culto.



            Se iniciaba la jornada con el encuentro a las 9:30 horas en el Bar-Restaurante Rojas-Clemente, en la plaza homónima y en el número 1A, dentro del propio recinto del mercado de abastos. La zona toma el nombre del ilustre botánico del siglo XVIII, que nació en Titaguas (Valencia). El mencionado establecimiento es un recinto de muy reducido aforo; puede que estuviera diseñado para dar un servicio en exclusiva a los comerciantes y trabajadores del propio mercado. Sin embargo, debido a su excelencia culinaria – como así se lo reconoce Trip Advisor -, este pequeño local se desborda de clientela a la hora del almuerzo. Una gran calidad presentan todos sus productos,y si hubiera que destacar alguno mencionaríamos las croquetas de bacalao o las torrijas de chocolate. En sentido negativo hay que decir que no es un sitio para relajarse ni para charlar, pues el nivel de decibelios impide cualquier tipo de conversación. Como suele ocurrir en todos los establecimientos con cierta fama y prestigio, la gran afluencia de público esperando su turno para ocupar mesa, hace que, de manera inconsciente, tengas que deglutir con cierta rapidez y no te da mucho tiempo a saborear las suculentas viandas. Pero, a pesar de estos inconvenientes, es un lugar muy recomendable para el almuerzo por su extraordinaria relación calidad-precio.



            Como había que bajar todo lo ingerido, Los Buidaolles iniciaron la ruta fallera visitando en primer lugar la cercana Plaza del Pilar, cuya falla fue fundada en 1953, en sección especial desde hace 58 años, ganando el primer premio 16 veces y la última fue en el año 2015. 


            Aquí podemos ver a algunos Buidaolles posando de espaldas a la falla y al ninot de Audrey Hepburn. Posteriormente irían a pie hasta el cruce de las calles Convento Jerusalén y Matemático Marzal, a la falla que cuenta con 120 años de antigüedad y que este año representa a la naturaleza a través de un bosque de dos caras; un contraste entre las personas quienes disfrutan de la naturaleza y quienes se encargan de la deforestación. También dedica un espacio a la política en la que aparecen los personajes que más notoriedad han tenido en el último año; tanto a nivel local, nacional e internacional. En este sentido, podemos ver, por ejemplo, al presidente y vicepresidenta de la Generalitat representados como “los guerreros de la Albufera”, navegando sobre dos cisnes para conseguir mejor financiación autonómica. También se caricaturiza a Oriol Junqueras como un pastor que guarda unas ovejas, cuyo perro tiene la cabeza de Puigdemont. En el plano internacional, como no podría ser de otra manera, destaca Donald Trump con rostro amenazante y con un gran arma al hombro.

           

            Continuaron después el recorrido en dirección al barrio más fallero de Valencia, cual es Ruzafa; la zona donde más fallas por kilómetro cuadrado hay. Allí visitaron la que se encuentra en el cruce de las calles Cuba y Literato Azorín, una falla que destaca por su espectacular alumbrado, el cual obtiene el galardón del primer premio casi todos los años. También, dentro del mismo recorrido, visitaron las de Conde Altea y Almirante Cadarso, entre otras. En el momento en que se redacta esta crónica se sabe que la falla ganadora en 2018 ha sido la de Convento Jerusalén-Matemático Marzal, quedando en segundo lugar la de Cuba-Literato Azorín.

 





            El cielo se había despejado de nubes gracias al dios Eolo, amainando también las fuertes rachas de viento que habían azotado a toda la comarca, justo en el momento en que Los Buidaolles acudían a la plaza del Ayuntamiento para presenciar la mascletá de las dos de la tarde.  El cansancio se dejaba notar hasta en los más incombustibles andarines, siendo menester la típica sentada cual pandilla adolescente, poniendo sus posaderas en los bordillos de aceras que quedaban por cubrir. Aquí les podemos observar con semblante risueño y reponiendo energías para lo que después vendría.



            Una vez concluida la mascletá se dirigieron de nuevo al casco viejo de la Ciudad; a la plaza del Tossal, en concreto, a la calle Quart, 2, donde se encuentra el Restaurante “El Celler del Tossal”, nombre que traducido al castellano significa: “La bodega de la colina”. Resulta sorprendente la denominación de colina a la plazuela de una ciudad casi plana en su totalidad, no obstante, tal vez sea esta la zona de más elevación del recinto histórico que en diversas etapas estuvo rodeado por tres murallas que han protegido a la Ciudad con un perímetro creciente: la primera de ellas la muralla romana, la segunda la muralla árabe y la tercera la cristiana o medieval. En la actualidad, ninguna de ellas permanece en su totalidad, pues las edificaciones las han ido absorbiendo quedando ahora, en pie y restauradas, algunas puertas que forman parte de los símbolos con los que se identifica a Valencia y a los valencianos. Un ejemplo de ello son las Torres de Serranos o las Torres de Quart, pues son dos de las doce puertas por las que se podía acceder al espacio intramuros de la superficie fortificada, construída por Pedro IV de Aragón “El Ceremonioso” en el año 1370, siendo derribada en el siglo XIX por orden del Gobernador Civil Cirilo Amorós. 



            A pesar del suculento almuerzo que se habían metido entre pecho y espalda, después de la gran caminata, Los Buidaolles acudían al Restaurante El Celler del Tossal con un apetito voraz. En ese marco histórico incomparable del sótano del edificio en el que ubica el comedor del restaurante, se puede observar, detrás de un cristal, restos de lo que en su día fue la muralla árabe. El custodiado muro continúa hasta los mismos aseos, dando la impresión cuando estás haciendo aguas menores, que lo haces contra la propia reliquia milenaria, aunque en realidad lo estés haciendo en el urinario.   



            El silencio del local, unido a la suave música ambiental, hacía del establecimiento el lugar idóneo para relajarse, charlar y degustar los sabrosos y artísticos platos que ofrecía su carta. La buena presentación de los mismos era acompañada del agrado y simpatía de sus camareros, quienes se mostraron atentos y solícitos en todo momento. 


            Cabe hacer mención a algunos manjares que allí se degustaron, tal fue el caso de los entrantes: “Caballa en escabeche sobre empedrat de judiones” o “Terrina de carrillera ibérica con trintxat de col y encurtidos”. Sin olvidar esa croqueta ibérica, obsequio de la casa, en la que se notaban los taquitos de jamón ibérico y se podía paladear su inconfundible sabor. En cuanto a los platos principales, aquí no se optó por el minimalismo, pues la envergadura y capacidad de las cazuelas daba lugar a que se pudiera repetir de los mismos, e incluso dar a probar a quienes habían optado por pedir otra cosa distinta.
 
 Los platos pedidos fueron: “Arroz meloso marinero con espinacas” y “Caldereta de pulpitos y chipirones”. Las cazuelas desprendían un aroma tan embriagador que producían un efecto seductor en los comensales, quienes quedaban abducidos por el mismo, con los jugos gástricos recorriendo una parte importante de su aparato digestivo. En esta foto podemos observar a tres de Los Buidaolles en ese estado.  Y no, no era la figura de la guapa y esbelta camarera lo que les mantenía hipnotizados, era el movimiento de su muñeca a la hora de servir los platos; un arte ceremonioso que despertaba los instintos de los practicantes de la gula o de los -en este caso- Buidaolles, quienes, haciendo honor a su nombre, estaban dispuestos a ponerle fin a esa suculenta olla. Todo ello fue regado además con algunos caldos de Requena y de Cullera, los cuales maridaban bastante bien con los diversos platos.



Pero aún quedaban los postres y el café. Los postres más pedidos fueron: “Bizcocho de yogurt con calabaza y frutos secos” y “Plátano con chocolate y café”. Ambos con ese toque de sabor no excesivamente dulce, pero que entraba con facilidad a pesar de todo lo ingerido anteriormente.  Todo ello, unido al sonido crujiente de alguno de sus ingredientes, producía un deleite en el que intervenían de los cinco sentidos.

 

Una vez concluida la comida, sobre las cinco de la tarde, había que continuar la ruta cultural siguiendo el recorrido o línea imaginaria de la muralla árabe, o, mejor dicho, siguiendo los restos que aún quedan de la misma; como por ejemplo, algunos torreones adosados a viviendas y diversos edificios civiles.  Aquí podemos ver como estas construcciones se han realizado a partir la propia muralla.  En este recorrido llegaron hasta el Portal de la Valldigna, del año 1400, que separaba la ciudad cristiana de la morería de Valencia. 
 

En el mismo circuito cultural, aún quedaría tiempo para visitar la falla de “Na Jordana” y The Corpus museum” o “The house of rocks”. El museo del Corpus o Casa de las Rocas, data del siglo XV. Fue construida con el fin de que sirviera de albergue a los carros y demás útiles que acompañaban a la procesión del Corpus. Se le llama rocas a las once estructuras de madera con forma de barco antiguo que portan grupos escultóricos referidos a pasajes bíblicos y son arrastradas por caballerías. También se les llama carros triunfales. Su origen se remonta al año 1373, y han sido construidas desde entonces hasta nuestros días.


El paseo cultural concluyó en las Torres de Serranos, monumento que representa uno de los símbolos de la Ciudad y que se construyó para que sirviera de puerta y fortificación de la muralla medieval. Sus usos como prisión, como en el caso de las Torres de Quart, hizo que sobrevivieran al desmantelamiento de la muralla. 



Se hizo la noche y Los Buidaolles buscaron alguna terraza donde poder tomar algún digestivo como el gintonic y seguir charlando sobre los acontecimientos del día. En la calle Cobertizo de Santo Tomás, 7 está el Bar-Restaurante “La Bernarda”, un lugar tranquilo en una calle o plazuela cerrada al tráfico, donde además de tomar una copa, también se puede almorzar, comer o cenar.



Por último, y para cerrar un magnífico día, se hacía inevitable la visita a la churrería más antigua de la ciudad. Con sus 126 años de historia, el vetusto establecimiento de la churrería-horchatería “El Collado”, en la plaza del Dr. Collado, 13, ofrece unos de los mejores buñuelos de la Ciudad, con una buena relación calidad-precio. Pero lo más importante de este local es que mantiene aún esa decoración de hace más de un siglo, transportándote a ese ambiente que se respiraba en un lugar tan cercano al mercado central de Valencia. Con su aforo al completo, la gente debía de hacer cola a la entrada para poder ocupar mesa.



Más de las 10:30 de la noche eran cuando Los Dalton Buidaolles optaron por retirarse y dar señales de vida en sus respectivos aposentos y entornos familiares. En un día en el que, algunos de ellos, tendrían que buscar una buena justificación de su ausencia o recompensar a sus respectivas parejas con otras salidas nocturnas al teatro, al cine, a la ópera… o simplemente a la verbena fallera.




José González Fernández


sábado, 10 de marzo de 2018

Bar-Restaurante Gran Canaria, calle Gran Canaria, 35.Valencia. (09-03-2018





            Un día primaveral en el que las calles y el paseo marítimo de la playa de La Malvarrosa estaban llenas de gente que salía a pasear, a hacer deporte o, simplemente, a desayunar o almorzar en algún bar o cafetería. El sol lucía con todo su esplendor y los más atrevidos se despojaban de sus prendas de vestir para broncear su nívea piel. No obstante, tan solo sería una tregua entre la borrasca Enma, que ya había pasado, y la de Félix, que según los pronósticos llegaría durante el fin de semana.  A buen seguro los coletazos del invierno se dejarían todavía notar tanto en el interior como en la costa.

            Una mañana de viernes en la que, como de costumbre, Los Dalton Buidaolles iban a almorzar, esta vez al “Bar-Restaurante Gran Canaria”, en la calle homónima y a unos trescientos metros de donde la playa de La Malvarrosa se une a la de La Patacona. Un barrio ya frecuentado y del que ya se habló en la crónica del 20 de enero de 2017 cuando visitaron el Bar de “Los Hermanos Barberá”, muy cerca del Gran Canaria.

            Como ya se dijo en su día, este barrio de huerta tan cercano al mar; donde se encuentra la Casa Museo de Blasco Ibáñez, y el que llegó a ser fuente de inspiración de Sorolla, se muestra ahora totalmente urbanizado con modernos edificios fruto de la especulación y el boom de la construcción. Una muestra de ello es la obra abandonada de dos torres circulares vanguardistas de fachada acristalada que se encuentra en la rotonda, justo en la confluencia de las calles d’Arnau de Vilanova y Vicente Blasco Ibáñez.

  Al principio de la Calle Gran Canaria,  esquina con la calle Mendizábal, se encuentra la Iglesia de María Inmaculada de Vera, que no debe confundirse con la Ermita de Vera, de la que también se hablo en la visita al Bar-restaurante “El Famós”. Esta fue construía en 1953 y en la actualidad es la parroquia del barrio de La Malvarrosa. Lo que sirvió en esa época para dar respuesta al culto de una población diseminada entre la huerta y el mar, se encuentra ahora rodeada de modernos edificios y calles que desembocan en el paseo marítimo.
           
            El Bar-Restaurante Gran Canaria es un establecimiento que lleva funcionando desde 1983, con una amplia oferta gastronómica en almuerzos y comidas, pues suele cerrar por las tardes. Es gestionado por cinco hermanos, quienes lo regentan desde su inauguración. Ofrecen comida casera a un precio bastante aceptable. Como característica del almuerzo podemos decir que es de tipo autoservicio, pues se pide el bocadillo en la barra y te lo puedes llevar directamente a la mesa, algo que podría dar a entender que el contenido del pan suele ser frío o recalentado en horno microondas. El bocadillo más solicitado ese día fue el de tortilla de patatas con unas lonchas de jamón en aceite o all i olli, en un pan de tipo rústico con buena presencia pero algo correoso. Otra diferencia de este local, con respecto a otros, está en el precio, pues el almuerzo con cremaet es superior a si se pide café solo o con leche.

            El tema central de la tertulia de ese día estuvo referido a la huelga de mujeres que se había llevado a cabo en toda España el día anterior, con motivo del día internacional de la mujer. Posiblemente la primera huelga feminista celebrada, alcanzando un éxito rotundo en todo el país. Las opiniones encontradas de quienes creían que no era necesaria esta huelga, a las de aquellos otros que pensaban que son fundamentales estos movimientos - cada vez más apoyados también por los hombres - para alcanzar la plena igualdad de derechos; no en vano, pasito a pasito cada día podemos ver a más mujeres en puestos de cierto relieve social, político y económico. Sin embargo -en opinión de este cronista -, aún queda mucho camino por andar. Aún sigue existiendo una gran brecha salarial entre hombres y mujeres. En la segunda década del siglo XXI, todavía existe una gran discriminación de la mujer en el acceso al empleo en la empresa privada. Es inconcebible que el ser fundamental de la humanidad; fuente de vida de la que todos procedemos, siga ocupando aún un lugar secundario y supeditado al hombre en muchos países del mundo; incluso la mayoría de las religiones le atribuyen ese rol de subordinación al hombre. Tal es el caso de la propia Biblia cuando en el libro del Génesis dice que Dios creó a la mujer de una costilla del hombre. ¿Tiene este texto sagrado algún contenido machista? Lo que sí es cierto es que, a lo largo de la historia han existido, y aún siguen existiendo, muchas barreras legales y psicológicas que relegan a la mujer a un plano de inferioridad con respecto al hombre, incluso en muchos países ni siquiera tiene derecho al voto. Pero llegará el día en que todo esto cambiará y ya no sea necesario celebrar el día internacional de la mujer, al menos esa es la esperanza. 

            Con risas, anécdotas y chascarrillos, Los Buidaolles planificaban la ya tradicional comida de Fallas para el próximo jueves y el recorrido por los barrios emblemáticos en los que la “plantá” de las mismas adquiere mayor expectación.

José González Fernández