domingo, 28 de abril de 2019

Gastro-Trinquet Pelayo, calle Pelayo, 6 Valencia (26-04-2019)

         


              A trescientos metros de la plaza del Ayuntamiento, en la calle que le da el nombre, se encuentra el trinquete Pelayo. Un trinquete es una cancha o lugar de juego donde se practica el juego autóctono de pelota valenciana: un espacio cerrado con gradas en el que, desde tiempos inmemoriales, se practica este deporte que tiene su origen en los juegos de pelota de la Antigua Grecia, introducido en la Península por el Imperio Romano. Este de la calle Pelayo es el más importante de toda la Comunidad Valenciana, practicándose las modalidades que cuentan con más deportistas, como son las de escala y corda; junto con el Zurdo de Gandía, en el que practica más la de raspall.

           

Sin embargo, este vacacional viernes de Pascua, Los Dalton Buidaolles no se reúnen, precisamente, para jugar a la pelota valenciana, no, se dan cita para hacer una merienda-cena en el Gastro-Trinquet Pelayo, unas horas antes del concierto de Mark Knopfler en la plaza de toros de Valencia.


            
El Gastro-Trinquet Pelayo es el lugar ideal para comer, cenar, almorzar o picar algo, antes o después de un partido de pelota valenciana o, como en este caso, antes de un gran concierto en las proximidades del mismo. Un lugar tranquilo y relajado en el que se puede charlar al mismo tiempo en que se degustan algunas de sus bien presentadas raciones de bravas, sepia, ensaladilla rusa con pan tostado y caviar… entre otras muchas viandas para bocadillos.

            Ese día en el que la mayoría de los Buidaolles viajaban por la geografía nacional, continental… incluso alguno de ellos se atrevió a hacer las Américas, otros, sin embargo, no podían perderse el concierto de Mark knopfler: líder en solitario de la legendaria banda Dire Straits. Por lo que fieles a su cita -esta vez en hora vespertina-, deciden encontrarse en el histórico lugar deportivo unas horas antes del evento en el que, después de más de treinta años, la mencionada banda volvía a tocar en esta ciudad.


            La tarde estaba cayendo lentamente sobre el coso taurino del centro de la Ciudad, cuando el color tornasolado de los últimos rayos del tibio sol se proyectaba en el gran reloj que coronaba la grada sur; bajo la cual se había instalado el escenario con las enormes torres de sonido, focos e instrumentos musicales que esperaban el virtuosismo de la banda de Mark Knopfler.
Aunque la hora de comienzo estaba fijada para las nueve de la tarde, ya desde las ocho, las gradas y el mismo albero de la plaza se iban poblando con las más de diez mil personas llegadas desde diversos puntos de la geografía nacional, para presenciar una de las pocas actuaciones que el sexagenario músico daría en la que, según él mismo dijo, sería su última gira: “Esta es una bonita manera de decir adiós”,
se encargó de decir el líder de la banda momentos después de concluir “Why Aye Man”: el tema que forma parte de la presentación del disco “Down de Road Wherever”, objeto de esta gira que dio comienzo el día anterior en Barcelona. Las palabras que nadie quería escuchar y que fueron acogidas con la triste exclamación de “Oooooh”, fueron, en realidad, una bonita manera de despedirse de los escenarios, pues las personas que llenaron el coso taurino pudieron deleitarse del impecable sonido de las guitarras de knopfler y de la pureza instrumental de sus experimentados músicos, rayando la perfección del sonido en directo y al aire libre, en una tarde-noche en la que las condiciones climatológicas fueron las mejores para este tipo de eventos. Cuando concluyó dicho tema, el escocés se dirigió al público diciendo que estaba muy contento de volver a Valencia, pero que esta sería su última vez, pues –según sus propias palabras- “estaba ya viejo", dijo el músico que el próximo verano cumplirá los setenta años. No obstante, a pesar de que es mayor, sigue conectando con el público, con un impulso menos roquero que en su juventud, pero con personalidad y maestría. También se notaban los años en el maduro público que, conforme avanzó el concierto, fueron dando muestras de afecto hacia el cantante, alcanzando un nivel óptimo de calidez.



            La potente banda de diez músicos -once con su líder- deleitó al auditorio con unos temas que tal vez sean un resumen de toda la carrera musical de Knopfler, tanto de su andadura en solitario como la anterior a 1995, el año en que se disolvió Dire Straits. La variedad de temas, en la que tomaron cuerpo los del último álbum, estuvo representada por algunos tales como Sailing to Philadelphia”, el primero que grabó en este siglo. Pero la principal sorpresa fue la recuperación del viejo material del repertorio de Dire Straits, tales como “Romeo and Juliet”. Así, superada la decepción inicial del adiós, el público fue reconciliándose con la nostalgia “ochentera” de “Once Upon a Time in the West”, con otros de los noventa como “Telegraph Road”, “On Every Street” y “Seepway at Nazaret”. El público se levantó de su asiento, rompiendo el protocolo, cuando empezó a sonar con ritmo de cumbia “Postcards from Paraguay”.  Por último, a la mezcla de sonidos de folk country, música celta –no en vano la banda, al igual que el whisky, tiene sus raíces en Escocia- y música andina, no le podía faltar los orígenes roqueros del grupo con sus temas en bises de “Money for Nothing” y “Going Home”. La variedad musical dio lugar a la variedad instrumental, donde los músicos eran capaces de tocar diversos instrumentos. Así, por ejemplo, el virtuosismo del saxofonista, también lo demostraba con el clarinete. El banyo, el ukelele, la guitarra española, las flautas, la gaita o el contrabajo, se intercambiaban con bajos eléctricos, guitarras Fender o Gibson, pianos y órganos Hammond, batería y otro instrumental de percusión... Los sonidos de trompetas eran ejecutados por un experto músico de este instrumento de viento y no por un sintetizador. He aquí la grandeza del grupo, que, a diferencia de otros de la misma época, este mantiene la pureza instrumental de los sonidos de origen y no aquellos que son producto de la electrónica y la informática.



            En definitiva, una maravillosa tarde-noche para un no menos fabuloso broche final a la trayectoria de un importante músico de ahora y de siempre.




José González Fernández

sábado, 13 de abril de 2019

Restaurante-Cafetería El Celler de Peamflo, Plaza Mayor, 13, Picaña, Valencia (12-04-2019)


Aquel viernes previo a la semana de pasión, en el que en otras comunidades autónomas ya estaban de vacaciones escolares, en Valencia aún quedaban seis días para el inicio de las mismas. En este abril de clima variable, en el que se había iniciado con nieve en las cumbres y lluvia en el litoral, ahora volvía a mostrarse con su tibieza característica de un mes primaveral.

Esa plácida mañana, Los Dalton Buidaolles, como cada viernes, se reúnen para ir a almorzar. Esta vez deciden ir a Picaña: un municipio de la Huerta Oeste, al otro lado del cauce nuevo del río Turia, junto a ciudades como Torrente, Chirivella o Paiporta. Picaña es una localidad con zonas verdes de gran extensión de superficies arbóreas, y recoletas plazas con fuentes y ornamentos florales, en zona peatonal, por las que da gusto pasear y visitar sus numerosas tabernas, bares y restaurantes.



La toponimia del nombre de picaña «o picanya» es de origen incierto, sin embargo, su pasado románico, tardo mozárabe, con una fonética árabe posterior, induce a pensar a los historiadores, que viene de la palabra latina «pagania», con sus derivaciones posteriores en «pacania» hasta la actual «picanya». Tiene sentido el significado, pues se trataba de un núcleo de población apartado de la cristiandad de la Valencia visigoda, al otro lado del Barranco de Chiva; no en vano, en la actualidad, el carácter reivindicativo y contestatario de sus gentes se manifiesta de forma abierta: defendiendo los derechos de la mujer, lucha contra la violencia de género y… en general, por la igualdad de las personas. Un testimonio de ello lo podemos encontrar en las servilletas de sus establecimientos de hostelería, con los símbolos del género femenino o con el del lema «no es no».


 
En el número 13 de la Plaza Mayor de Picaña se encuentra 
la cafetería-restaurante El Celler de Peamflo, que pretende hacer honor a su nombre de bodega (celler en valenciano), y presenta en su restaurante una selección de caldos de importantes marcas y denominaciones de origen; unos vinos solo para el deleite del paladar de los más entendidos. Contrasta en su decoración esa ventana abierta a una plantación de viñas; aunque no sea más que una fotografía con luz, crea ese clima agradable y relajado, haciendo sentir al comensal la sensación de encontrarse en mitad del campo.





Una curiosidad de este establecimiento en los almuerzos es la forma de pedir la comanda, pues te hacen pasar hasta la cocina para elegir el bocadillo o plato que deseas; una manera de mostrar el producto en el lugar en el que se elabora, con la consiguiente garantía para el comensal. 



Su gran variedad de productos para el bocadillo; en un pan que se encargan de calentar previamente en una tostadora, hacen que el cliente matutino pueda degustar aquí un almuerzo que podríamos calificar con esa expresión tan valenciana: “de categoría”. Además, en este establecimiento también te ponen el típico cremaet en su punto de azúcar y alcohol. Y todo, con un servicio en el que podemos destacar la rapidez y la amabilidad por parte de las
camareras y cocineras.

 «Peamflo» es un acrónimo de Pedro, Amparo y Florentino: socios y dueños de un establecimiento que merece la pena darse un paseo desde la Capital para comprobar sus bondades.

La tertulia de la mañana estaba relacionada con la campaña electoral de las elecciones que se celebrarían el día 28 del mismo mes de abril. Una campaña en la que todo parecía muy incierto. Aunque todas las encuestas daban como ganador al Partido Socialista, en detrimento del Partido Popular y de Unidas-Podemos, la incertidumbre se materializaba en el alto porcentaje de indecisos. Por otra parte, llamaba la atención la irrupción en la escena política del partido de extrema derecha Vox, del que se auguraban unos resultados que podrían sorprender a muchos; como ya lo hicieron en las elecciones andaluzas. Se comentaba en el coloquio-debate, que estos partidos –tanto de extrema derecha como de extrema izquierda- representaban a todo ese sector de indignados a quienes, durante tantos años, la bipolarización de los partidos mayoritarios había decepcionado y no había dado respuesta a sus expectativas.



Todo esto en una mañana más en las que las risas y los chascarrillos anulaban las tensiones que, ocasionalmente, se originaban a causa de los puntos de vista no siempre coincidentes, pero que no llegaban, en ningún momento, a socavar la amistad.

José González Fernández