viernes, 12 de julio de 2019

Bar-Restaurante La Mar Salá, Avenida del Dossel, 49, Cullera, Valencia (04-07-2019)

  Un típico día del caluroso julio; con brumas matinales que comenzaban a levantarse conforme iba transcurriendo la mañana, cuando a las 10 horas el mercurio se aproximaba a los 30 grados.



            Ese día vacacional para muchos españoles, como también lo era para Los Dalton Buidaolles, el almuerzo iba a ser algo más lejos de lo habitual: habían elegido la localidad de Cullera, municipio de la Ribera Baja del Júcar, a 40 kilómetros de la Capital; una ciudad que en esta época del año acoge a miles de turistas llegados desde cualquier lugar del mundo, pero, sobre todo, a un turismo nacional de interior y de la propia capital del Turia.


 Tal vez este sería el último almuerzo correspondiente al actual curso, y pretendían con ello poner un broche de oro con la visita a un reconocido establecimiento de prestigio en la cultura del esmorzaret.

        
    En una zona cercana al faro de Cullera se encuentra, frente al mar, el Bar-restaurante La Mar Salá, del que solo le separan unas dunas de arena fina en una playa semisalvaje; la cual no ha quedado muy perjudicada con el boom inmobiliario.  Sin embargo, esa gigantesca efigie del dios Neptuno, junto al edificio, parece implorar al mismo la protección del negocio ante fuertes oleajes o tsunamis.


            Un lugar idílico que muchas personas se pasan todo el año deseando pisar; en el que la aglomeración aún no ha llegado y se puede poner la sombrilla y la toalla a una distancia suficiente como para mantener la intimidad con respecto a otros bañistas.

           

La suave brisa del mar llegaba hasta la amplia terraza en la que se encontraban Los Buidaolles -esta vez más que en ningún otro establecimiento visitado-, y el calor y la humedad mojaba sus livianas ropas, al tiempo en que los ventiladores echaban agua pulverizada, intentando mitigar en parte la tórrida y sofocante mañana. No obstante, todo ello no fue óbice para que Los Buidaolles, con su apetito siempre voraz, dieran cuenta del contenido de los suculentos platos que por esa mesa desfilaron.

La decoración del local y el entoldado de su terraza, muy acorde al entorno marino en el que se halla, paliaba también el vaporoso efecto sauna que de los numerosos cuerpos se desprendía, al cobijo de la loneta azul que cubría sus cabezas.


El Bar-Restaurante La Mar Salá ha revolucionado la cultura del esmorzaret manteniendo la tradición gastronómica mediterránea y los productos típicos de la zona, pero mejorando la calidad y la presentación de los mismos, lo que da como resultado un almuerzo abundante, atractivo y diferente al de otros establecimientos.


Aquí los entrantes –también denominado «gasto» en la tradición oral valenciana- no se limitan a los simples encurtidos o frutos secos, no, en este local, de entrantes se ofrecen productos bien emplatados: por ejemplo, la mojama combinada con pimientos asados, o el cotizado marisco, con el toque especial de la salsa que le acompaña; una muestra de ello son los platos de sepia y de las sabrosas cigalas. También merece mencionar los lenguados de gran tamaño y de gran calidad.



Pero, además, se ofrecen productos de la tierra, tanto de origen vegetal como animal; tal es el caso de la cebolla asada en papel de aluminio o el de las costillas de cerdo con ajos tiernos. Y todo ello acompañado con unas tostas untadas con aceite y pimentón molido.   



Sin embargo, el plato fuerte, aquel que sustituye al típico bocadillo en otros establecimientos, aquí estuvo ese día relacionado con la carne de caballo y la de ternera, siempre servidos en el típico caldero de la paella, como puede apreciarse en la brascada para dos personas al estilo de la casa. Porque, en realidad, este restaurante también está especializado en paellas y todo tipo de arroces; así lo indica el cartel en el que puede apreciarse la amplia variedad de los mismos.


Después de tan abundante y diverso repertorio de manjares y ambrosías, no podía faltar la digestiva sandía y el café del tiempo con su correspondiente hielo. Y todo ello con una relación calidad-precio bastante aceptable.  No obstante, si hubiera que destacar algún aspecto negativo, mencionaríamos el pan. Tal vez por el hecho de que aquí el bocadillo no sea lo habitual, el pan que ofrecen es de mala calidad, trasnochado o descongelado y recalentado para la ocasión, lo que invita a prescindir de él o, en todo caso, comer lo menos posible.


Por último, ante el frecuente número de clientes con que cuenta este establecimiento, se puede apreciar un servicio rápido, organizado y eficiente.



Un día en el que  uno de Los Buidaolles invitó al resto a su apartamento de Cullera para mostrarles su potencial bélico: unas pistolas de colección cuya antigüedad se remonta a varios siglos atrás. También se habló ese día de la falta de acontecimientos musicales en la feria de este mes de julio en Valencia, evocando a grupos a los que algunos de ellos les hacían tributo en sus propias camisetas, como era el caso de The Who o de Pink Floyd. El coloquio cultural continuó más tarde en WhatsApp recordando a Stanley Kubrick, como uno de los cineastas más representativos del siglo XX, y su malogrado proyecto de la película «Napoleón» por falta de presupuesto.






Todo ello en un día en el que Los Buidaolles  se desearían feliz verano, pues tal vez no volverían a verse hasta el mes de septiembre con el inicio del nuevo curso académico.



José González Fernández

jueves, 4 de julio de 2019

Restaurante Polit-Vera, Avenida de la Malva-Rosa, 125, Valencia (04-07-2019)

«Como decíamos ayer…» en la última crónica; cuando la primavera estallaba con el esplendor de la cálida y fulgurante costa mediterránea, después del letargo invernal…

            «Como decíamos ayer…»  un mes antes de que, en los albores del solsticio, la temprana ola de calor invadiera la zona en este verano boreal…

            «Como decíamos ayer…»  no es más que una frase atribuida a fray Luís de León cuando volvió a su cátedra a la Universidad de Salamanca después de su reclusión; la misma que revitalizó Miguel de Unamuno en el año 1930, cuando se incorporó de nuevo a dicha universidad después de haber estado en el exilio por ir contra la dictadura de Primo de Rivera; la misma que el actual presidente del Gobierno Pedro Sánchez atribuye erróneamente a San Juan de la Cruz en su libro «Manual de Resistencia»la misma que este humilde cronista intenta ahora parafrasear para retomar la tarea que los avatares del destino –a veces cruel- le han mantenido alejado del semanal compromiso literario.

            No obstante, Los Dalton Buidaolles han continuado con su ya tradicional costumbre del esmorzaret, sin faltar a su cita, viernes tras viernes, en un lugar distinto de la capital y de su área metropolitana.

            Pero esta primera semana de estío; en la que ya habían comenzado las vacaciones escolares, la cita se trasladó al jueves día 4. Con ropa clara y liviana, y sin más equipaje que el de los bolsillos, esta vez; en un reducido número, se aproximaron a la costa: a esa zona del amplio litoral que la expansión inmobiliaria le ganó a la huerta buscando la alta rentabilidad de la vivienda junto al mar. Una zona ya visitada en anteriores ocasiones; un lugar en el que se percibe la suave brisa y el olor inconfundible que desprende la maresía mezclado a veces con el de la protección solar de los miles de turistas que se tuestan tumbados en las finas arenas cercanas al local visitado.

Se dieron cita en el Bar-Restaurante Polit-Vera, en la Avenida Malva-Rosa, 125; local fundado en 1957, cuyo origen fue una tienda situada frente a la antigua estación de ferrocarril «La Cadena». Dicha tienda era propiedad de «La Polida» -expresión portuguesa que suele emplearse para referirse a una señora pulida o distinguida-, siendo traspasada en 1919 a Francisco García Mora, a quien se le apodó «El Polit». En 1949 nació «Bodegas Polit Hijo»: una bodega-merendero situada en las huertas de Alboraya, junto a las vías de tren Valencia-Barcelona y a la acequia de Vera –a la que ya nos hemos referido en anteriores crónicas-.  Con la denominación «Bar-Restaurante El Polit» se trasladó el negocio en 1971 a La Malvarrosa, pasando a ser en 1998 propiedad de Alfonso Garrido, quien le dio la actual denominación de «Polit-Vera».


El amplio local, que hace chaflán entre las avenidas Arnaldo Vilanova y Malva-Rosa,
presenta buena iluminación y comodidad, con zonas para poder aparcar gratis en las inmediaciones.  Su cocina tradicional mediterránea no sorprende por su calidad ni por su originalidad, sin embargo, sí cubre las necesidades del día a día con un variado menú, en un barrio de origen huertano y marinero transformado en verano por la afluencia del turismo en la zona. En cuanto al almuerzo podemos dar fe de que no ofrece una amplia variedad de productos, siendo la tortilla de patatas el bocadillo más solicitado. La guarnición de habitas tiernas o pimientos, unido a la buena calidad de un pan rústico y de fácil deglución mejoran otras carencias. Además, aquí también se sirve el tradicional y espirituoso cremaet. En cuanto al servicio podemos decir que destaca por su amabilidad y predisposición, aunque sea algo lento y suelan confundirse a veces con la comanda. Por último, destacar la buena relación calidad-precio que ofrece y el confort interior de un local bien climatizado, en el que se puede charlar y oír lo que se dice sin grandes dificultades.


En la tertulia de ese día, Los Bidaolles hablaban de temas sociales tales como el de la presión mediática que mueve a las masas, las cuales influyen en el comportamiento de los políticos y en el de los mismos jueces; quienes dictan sentencias, a veces, dejándose influir por dichos movimientos exacerbados.

También se habló del cine de Hitchcock -el gran maestro del thriller de suspense y psicológico-, y de esa película de Danny Boyle sobre un mundo imaginario en el que los Beatles no han existido.  Titulada «Yesterday», el guion parte del surrealismo, en el que la mítica banda ha sido olvidada por todos los seres humanos, excepto por un joven –personaje encarnado por el cantante británico Ed Sheeran-, quien se convertirá en uno de los cantantes más afamados y seguidos.

Recordando también a escritores tales como Borges, Vargas Llosa o García Márquez; con aquella frase mítica de su novela «La Hojarasca»Frío, silencioso, dinámico, el candado elabora su herrumbre”, una metáfora en la que el autor trata de reflejar cómo el tiempo lo cambia todo.




Con toda la mar enfrente, los Buidaolles, una semana más, disfrutan del solaz y relajado momento, cuando muchos de ellos ya habían tomado rumbo vacacional a otras latitudes.   
José González Fernández