viernes, 23 de febrero de 2018

Mesón El Barralet, C/ de Emilio Lluch, 13.Valencia. (23-02-2018)

   La mañana se presentaba soleada, a pesar de que un aire gélido barría las calles de la ciudad del Turia y penetraba en los ateridos cuerpos de los viandantes por mucha ropa de abrigo que estos llevaran puesta. A las diez de la mañana, el mercurio no subía de los cinco grados centígrados, y eso en Valencia suele ser mucho frío. Un frío propio del invernal mes, que transcurría con escasas precipitaciones en la zona de Levante, aunque en otras latitudes, la blanca y pálida dama se manifestara con una intermitente aparición.



            Sin embargo, las inclemencias del clima no fueron un obstáculo para que aquella mañana del 23 de febrero  –tan histórica y transcendental fecha en el devenir de nuestra democracia–, Los Dalton Buidaolles se dirigieran a almorzar como cada viernes. Esta vez con la incorporación de dos nuevos miembros que se animaron a unirse a la banda. El lugar elegido en esta ocasión fue el “Mesón El Barralet”, en el barrio de Tres Forques y, en concreto, en la calle de Emilio Lluch, nº 13. En este local, a diferencia de otros establecimientos, es el camarero quien te anuncia las diversas viandas que te pueden servir en ese momento, y tú eliges sin previamente ver el producto.

 

Tres Forques – Tres Horcas en castellano –, es un barrio de la ciudad de Valencia que pertenece al distrito de La Olivereta, situado al oeste de la ciudad. Fue hasta los años setenta una zona de huerta por la que atravesaba la línea de ferrocarril entre Valencia y Utiel. En la actualidad, una zona muy poblada con todo tipo de servicios. 



            En un amplio espacio ajardinado, con un monumento en forma de estructura metálica y abierta al tráfico rodado por un lateral, se encuentra el Mesón El Barralet. Un local que toma su nombre del representativo y pintoresco recipiente donde se tomaba en común la bebida –también llamado porrón o barral–, y que en algunos establecimientos ya visitados aún sigue existiendo. Sin embargo, en este local de pequeño aforo; fundado en los años ochenta, no existe ni siquiera en su decoración. Se le ha querido dar a su interior un toque rústico o huertano: ristras de ajos, jamones, plantas aromáticas… pero su cocina no deja de ser rápida y de ciudad, sin ninguna elaboración casera y con la total ausencia del detalle gastronómico que identifique al establecimiento con el típico mesón que pretende ser.


 Aquí podemos ver unos bocadillos de “chivito” de no gran longitud - como se puede apreciar por el tamaño de las gafas -, con mucho pan y poco relleno. Además, ni siquiera llevaban all i olli, era mayonesa.  Otro también, de calamares a la romana, correosos estos y con mal rebozado. Y en cuanto al pan; crujiente sí, pero la típica media barra con aristas duras que te producen heridas en las encías, poco adecuado para un bocata que se ha de comer con cierta celeridad. Porque ese es otro inconveniente del establecimiento: el servicio de camareros da la impresión de que te quiera despachar cuanto antes, para que se queden libres el escaso número de incómodas mesas, en las que difícilmente pudieron acomodarse los nueve miembros del grupo.



            Pero para colmo, el mayor desencanto de este no recomendable establecimiento, no está en sus productos, está en su precio, pues el almuerzo ofrece la peor relación calidad-precio de los, hasta el momento, visitados. Posiblemente, a lo largo de los treinta años en los que viene funcionando este local, no se haya aprendido lo suficiente en aspectos culinarios o en técnicas de captación del cliente; tal vez no les haya hecho mucha falta, al estar ubicado en una zona urbana muy poblada donde este llega sin necesidad de reclamo; tal vez cuenten habitualmente con un público de estómago agradecido y poco exigente; tal vez, en estos tiempos aún de crisis, les sobre el público y no quieran atender a más gente.



            En la tertulia de ese día no se pudo dejar de hablar de música; no en vano se contaba con la presencia de expertos musicólogos, estudiosos del género y doctos en algunos estilos hasta rozar el frikismo. Los partidarios de The Beatles; considerándoles padres de la música pop/rock, y precursores de otros estilos que se han generado posteriormente, en contrapunto con algún detractor que manifestó no soportar oír un disco completo de ellos.   También se habló de la reciente gira por España de las famosas estrellas del Blues: Ben Harper y Charlie Musselwhite, sin la posibilidad de conseguir entradas en Madrid o Barcelona, al estar todas ya vendidas.



            Otro tema tratado fue la manifestación de jubilados en las ciudades más importantes de España, quienes protestaban ante el Gobierno por la pérdida de su poder adquisitivo. También se habló del ertzaina fallecido como consecuencia de los altercados en Bilbao de los hinchas del Spartak de Moscú y el Atletic de Bilbao.



            Todo esto en un frío aunque soleado día, en el que los Buidaolles crecen en número y en sintonía, haciendo extensiva esa magnífica actividad de compartir el momento más entrañable y onírico de la semana.



José González Fernández

viernes, 16 de febrero de 2018

Bar Los Roques, C/ Ignacio Zuloaga, 21. Valencia. (16-02-2018)





El crudo invierno había dado una tregua en la templada mañana del viernes 16 de febrero, cuando el mermado grupo de Los Dalton Buidaolles se dirigía al Bar Los Roques, en la barriada de Nazaret. Las lesiones, lumbalgias y resfriados habían hecho mella en la banda, sin que esto fuera óbice para que la actividad semanal se cumpliera con arreglo a la costumbre y tradición. 


            Era la segunda vez que visitaban el barrio de Nazaret  - la primera fue el día 7 de octubre de 2016 cuando fueron al Bar Aquilino -,  un humilde barrio del que ya se habló en la crónica que en ese día se hizo. 


            El Bar Los Roques es de apariencia modesta, pero cuenta con una amplia carta. Al estar ubicado en un barrio de pescadores, tan cercano al mar, el almuerzo de ese día, como no podría ser de otra manera, estaba compuesto por las delicias del mar. En vez de bocadillos pidieron diversos platos: sepia a la plancha y pescadito frito variado, ambos para compartir, y raciones individuales de bacalao rebozado, con su correspondiente terrina de ajoaceite casero. Todo ello acompañado de la cerveza y, como siempre, el café o cremaet al final del almuerzo para rematar la faena. 


            Teniendo en cuenta el buen saque y apetito voraz de los Buidaolles, las raciones para compartir no destacaron precisamente por su abundancia, más bien al contrario, un tanto escasas teniendo en cuenta que eran para cinco personas. En cuanto a la individual de bacalao, no estuvo mal, pero con gran cantidad de espinas y demasiado cocinado; una pena, porque estaba bien desalado y con algo menos de cocción hubiera estado más jugoso y sabroso. 
 

            También se echaron en falta los cacahuetes, olivas y variantes que se suelen ofrecer para almorzar.


La cara se les quedó a Los Buidaolles como la del pez del dibujo del ticket de la cuenta, cuando, con gafas de cerca, pudieron comprobar su importe: 12,50 € por cabeza, muy superior a la media habitual.





Como siempre, disfrutaron de una animada y variada conversación.  Se habló de cine, en concreto de la película “El buscavidas”; cuando “Eddie el Relámpago” reta al “Gordo de Minesota”. Y todo esto en relación con el comentario de algún compañero que suele decir: "En cultura musical a mí nadie me moja la oreja”. 


Una vez más, el grupo manifestó su preocupación por el problema de las pensiones. También se habló de la ley que regula el sistema electoral actual en España y de las voces que propugnan su cambio a un sistema de listas abiertas y representación proporcional al número de votos obtenidos.


         No les podía pasar inadvertido el suceso de la masacre en un instituto de EEUU, haciendo una reflexión sobre la libertad de tenencia de armas. 


          Un viernes más, la banda de Los Dalton Buidaolles se disuelve con un apretón de manos y una sonrisa, para volver cada uno a sus quehaceres, a sus prisas, a sus obligaciones familiares de recoger a nietos del cole... al pulso de lo cotidiano.





José González Fernández

lunes, 12 de febrero de 2018

Bar Click, C/ Pintor Vilar, 14. Valencia. (09-02-2018)







            Por fin llegó el crudo y duro invierno a toda la Penísula, con temperaturas inferiores a los cero grados en la Meseta. El manto blanco había cubierto la mayoría de las provincias, en altitudes superiores a los cuatrocientos metros, a lo largo de la semana anterior al día 9 de febrero. También a nivel del mar, en la ciudad del Turia, se hacía preciso sacar del armario bufandas y guantes para salir a la calle en esa fresca mañana en la que Los Dalton Buidaolles se dirigían al Bar Click para tomar su habitual esmorzaret.



            En la calle Pintor Vilar del barrio de La Trinidad, muy cerca del Bar Click y junto a la iglesia del Carmen, se encentra el lugar donde, en su día, estuvo el estadio de Vallejo; en el que jugara el Levante UD hasta el año 1968, y, en algunas temporadas, en primera división. Por allí pasaron los mejores equipos y jugadores de la época. El nuevo estadio se construyo en el extrarradio, al norte de la ciudad, pero en la actualidad se encuentra integrado dentro de la propia ciudad.



            La calle Pintor Vilar desemboca al Este en el Jardín del Real, cuyo nombre se debe a que hasta 1810 estuvo el Palacio Real. La zona es más conocida como Los Viveros, un lugar con gran variedad de árboles centenarios, plantas y flores de todo tipo.



            El Bar Click es un local de reducida dimensión, que rápidamente llena su aforo de clientes, quienes son atendidos por la cocinera y un camarero para la barra y las mesas. Sin embargo, hemos de valorar la rapidez del servicio y el agrado del camarero, supuestamente, dueño del local. 
 


            Podemos destacar en el Bar Click la gran variedad de productos para el almuerzo: tortillas de varias clases, productos del mar – sobre todo cefalópodos -, productos cárnicos, etc. El crujiente y recién hecho pan hace que cualquier bocadillo, al que se le añadan esos productos con la guarnición de patatas, pimientos o habas tiernas, se convierta en una explosión para los sentidos. Por último, hablar de su precio asequible; tanto, que sale más barato comer allí que en casa.



            Entre otros muchos temas que los Buidaolles trataron ese día destacamos el de la problemática de las pensiones de jubilados. No en vano, alguno de ellos ya lo está, y otros se encuentran próximos a esa agridulce edad.  El punto de discusión fue el de la hucha que en los años de bonanza económica se constituyó para el pago de las mismas. Hucha que parece estar tocando fondo a causa de la crisis económica y del crecimiento del número de pensionistas.  Había voces que apuntaban a que el Gobierno había saqueado esa reserva de dinero, y otras que defendían que el mismo fue reservado para ser utilizado en caso de necesidad. Sin embargo, la preocupación real se centraba en qué pasará en el futuro cuando dicha hucha se agote del todo y no haya población activa suficiente que mantenga a las clases pasivas: ¿Se creará una ley que permita la financiación a través de los presupuestos generales del Estado? Parece que los políticos no terminan de ponerse de acuerdo, como tampoco Los Buidaolles; pues algunos argumentaban que esto puede llegar a ser complejo, puesto que ya contamos con exceso de deuda pública, mientras que otros mantenían que si se sale de la crisis económica, tal y como parece estar ocurriendo, no habrá problema, pues entonces se volverá a conseguir superávit presupuestario y habrá dinero para volver a crear otra hucha o para hacer esa ley de financiación de las pensiones.




            Algún tímido rayo de sol comenzaba a templar la mañana cuando Los Buidaolles procedían a sacarse la habitual foto de grupo en la puerta del Bar Click.



José González Fernández