Caminar bajo la fina y asperjada
lluvia matinal, resultaba todo un placer en ese seco invierno levantino del día
26 de enero. Sin embargo, ir en bici resultaba arriesgado debido a la
superficie deslizante que se formaba en algunas zonas de la calzada y en los
carriles bici, no aptos para estas inclemencias del tiempo.
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Destacar también del
Bar Mestalla sus simpáticas y solícitas camareras, todo un ejemplo de
eficiencia y buen semblante; y que, además, te tratan como si te conocieran de
toda la vida.
Un establecimiento en el que sus
iconos futboleros se mezclan con una decoración de motivos huertanos y
pesqueros. La huerta, el mar, el futbol… símbolos de un barrio cosmopolita y
universitario, que en la actualidad vive del comercio, de las hostelería y los
negocios.
Estando en tal recinto y tan
cerca del estadio, el principal tema a tratar no podía ser otro que el futbol.
Precisamente al día siguiente el Valencia se enfrentaría, allí mismo, al Real
Madrid. Un Real Madrid en horas bajas que venía de ser eliminado en la Copa del
Rey por el Leganés. ¿Aprovecharía el Valencia la decadencia del equipo merengue
o se enfrentaría a la fiera herida? Gran expectación había en toda la zona, y
buena ocasión para pasarse por taquilla y sacar la entrada, si es que no se
habían vendido ya todas.
También se habló de las grandes
potencias emergentes que, supuestamente, en un futuro próximo mandarían en el
mundo, como era el caso de China, Rusia y La India.
Se habló también de la influencia de las redes sociales en las relaciones
personales, en los contactos amorosos y, como consecuencia, en las uniones más
o menos duraderas entre personas heterosexuales y homosexuales. De la facilidad
en contactar y de los peligros que, a veces, conllevaban esas aventuras de
citas a ciegas. Todo ello digno de algún estudio sociológico que bien pudiera
ser objeto de algún opúsculo literario o científico.
Todo en una húmeda mañana en la
que, por la tarde, unos tímidos rayos de sol volverían a templar la Ciudad.
José
González Fernández