Este viernes 13, día maldito en algunos países
pero que aquí sólo suena a película de terror, Los Dalton
Buidaolles inician el nuevo año con la visita a Castellar- Oliveral,
una barriada de la Huerta Sur donde se encuentra el Bar Cafetería
l’Horta. Como no podría ser de otra manera, su nombre hace
referencia a la huerta, a lo que fue su entorno y que, algo mermado,
aún sigue siendo.
El nombre de Castellar tiene su origen
en una alquería andalusí de Castelló de l’Albufera, y Oliveral
en los olivos plantados en una elevación en torno a la cual surgió
el poblado.
E
sta
unión de dos poblados, - Castellar y Oliveral – forman una
pedanía de Valencia, de la que le separan las infraestructuras:
nuevo cauce del río Turia, autovías, ferrocarril… al igual que
otros barrios ya mencionados en anteriores capítulos. Sin embargo,
conserva aún una parte importante de la huerta que le une con otros
poblados cercanos a la albufera, algo que le ha proporcionado su
principal fuente de recursos económicos: la agricultura tradicional.
Un paraíso natural de huerta ahogado por las infraestructuras que le
dificultan la comunicación con la ciudad.
E
n
la actualidad Castellar-Oliveral cuenta con una población de algo
más de 7.000 habitantes que padecen los problemas típicos de las
zonas alejadas del centro: transporte deficiente, escasez de
equipamientos y desempleo elevado. Algunos ciudadanos piensan que
Castellar-Oliveral es una rotonda con huerta en medio que resistió
ante el desenfreno del ladrillo, a pesar que sobre su territorio
planeaba la sombra de ese buitre llamado especulación. La asociación
de vecinos sigue luchando para que no se derriben sus alquerías
centenarias y se habiliten mejores servicios de transporte urbano.
Sin embargo, aquí no se detectan los problemas sociales de otros
barrios dentro del casco urbano de la ciudad.
El monumento principal de esta zona es la
iglesia de Nuestra Señora del Rosario de Lepanto, del año 1868,
mantiene una sola torre y otra iniciada, lo que recuerda a “La
Manquita”,
- catedral de Málaga – con un estilo clasicista en su fachada y
barroco en su interior. Llama la atención el obelisco que hay junto
a la misma, sobre el que se puede apreciar una pajarita similar a las
de papiroflexia.
C
astellar-Oliveral
conserva esa estructura de pueblo, reflejada en sus casas centenarias
de estilo modernista con una decoración de cerámica y motivos
frutales, tal es el caso de la que podemos observar en la foto del
año 1914 llamada “Villa Conejos”.
El Bar-cafetería l’Horta, está en la calle
Vicente Puchol, 16 y su producto más solicitado es el bocadillo de
carne de caballo con ajetes tiernos, patatas fritas y all i olli.
Posiblemente, el lugar donde mejor lo sirven de los, hasta el
momento, visitados. Tal vez por su carne tan tierna, el pan tan
crujiente o la buena combinación con el resto de los ingredientes.
Los Dalton Buidaolles llegan al momento del
café y a la tertulia habitual, con los chascarrillos, chistes y
temas sociales de candente actualidad.
Un año más, una semana más, un momento más
de solaz evasión en el que se para el tiempo, en el que se dejan
atrás los problemas para desinhibirse y romper con los formalismos
profesionales y con los actos socialmente aceptados, dando rienda
suelta a los instintos que han estado sublimados durante toda la
semana.
José González Fernández
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