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L’Ateneu, Plaza de la Constitución, 1, Alaquàs (Valencia) (06-05-2022)
Por fin, después de que los fenómenos meteorológicos con
su líquido elemento, barrieran la península durante los días anteriores, el sol
alumbraba todos los rincones, y lucía con esplendor en las verdes praderas y en
los cauces secos de los ríos, que ese día bajaban con caudal. Una primavera muy
lluviosa en casi toda la península y en especial en la vertiente mediterránea. Las
golondrinas revoloteaban y anidaban en los balcones y aleros de los tejados, dando
muestras de que el buen tiempo había llegado. También salían de sus madrigueras
los seres de dos, de cuatro y más patas, liberados de su letargo, de sus
miedos, de su síndrome claustrofóbico…
Retomamos de nuevo la crónica de Los Dalton Buidaolles, que
durante seis meses estuvo interrumpida. Más de dos años con restricciones y
cambios constantes de normas sobre la pandemia y de contradicciones, nos
llevaron a reunirnos de forma esporádica; casi clandestina, evitando dejar
huella de todos nuestros encuentros socio-gastronómicos. Todo ello unido al
momento de incertidumbre y a los aires belicistas que amenazan al mundo, nos
hizo perder la ilusión por festejar los tradicionales hedónicos momentos como
lo veníamos haciendo en ocasiones más propicias para la celebración.
Sin embargo, y a pesar de esta maldición pandémica; que
marcará nuestras vidas durante mucho tiempo, hemos de seguir viviendo, porque
el ser humano es social por naturaleza y está llamado a reunirse con sus
semejantes.
En este resplandeciente día de mayo, Los Buidaolles fueron
a almorzar hasta el municipio de Alaquàs, una ciudad al oeste del área
metropolitana de Valencia. De origen musulmán, en el centro urbano de Alaquàs podemos
observar un imponente castillo-palacio reconstruido sobre una fortificación musulmana,
que fue durante mucho tiempo propiedad de la nobleza española, y adquirido por
el consistorio municipal en el año 2003.
También fue motivo de tertulia la difícil situación
económica en nuestro país, que disparó los niveles de inflación por encima de
lo habitual, aumentando la carestía de vida.
Todo ello, en un día de reencuentro sin mascarillas, en
el que la libertad de vivir superando las adversidades, ya era motivo más que
suficiente de celebración.
Darío
Navalperal