El tiempo otoñal dejaba de parecerse al del estío y
recordaba más al desapacible invierno, después de una semana de precipitaciones
en toda la península que, incluso, se atrevieron a blanquear las altas cumbres.
El aire que soplaba del noroeste despojaba del calor a los viandantes,
produciendo una sensación térmica inferior a la que registraban los termómetros
urbanos. En las costas levantinas, en menos de quince días, se había pasado del
lucimiento del palmito en el litoral
playero a la cobertura textil polar.
En sus inicios, en los años cincuenta, fue una fábrica de
guitarras, bandurrias y laudes, cuya marca era “Tatay”. El único vestigio de lo que fue este taller
artesano es una bandurria colgada en la pared.
Testigo
mudo de la historia más reciente, ha navegado entre la clandestinidad y el
amparo legal. En momentos importantes de la transición política española, la Unificación Comunista de España (UCE) celebraba allí asambleas, y tuvo gran importancia
en la plataforma del “No a la OTAN”.
Cocina
mediterránea: de la huerta a la mesa.
Entrar en La Cantina de Ruzafa supone atravesar un largo y estrecho pasillo - que, en su día, daba acceso a la zona clandestina-, hasta llegar a un local que da a un frondoso patio-jardín-huerto, del que se abastece una cocina que ofrece a sus clientes, tanto veganos como omnívoros, una amplia y original carta.
sufrido ninguna remodelación desde hace
décadas, conservando así las puertas y el mobiliario de antaño. La naturalidad
en su decoración ofrece la sensación al cliente de estar en contacto permanente
con la madre tierra: las calabazas, las cebollas, las patatas, los boniatos… se
muestran en sus expositores y sobre las mesas.
Ese día, Los Dalton Buidaolles se hallaban en el lugar adecuado a sus pretensiones: la buena mesa y la tertulia. El establecimiento conserva aún el espíritu socio-cultural que invita al coloquio y al debate: ambiente cálido, sin ruidos y con muy buena luz natural. Como siempre, allí se habló de las próximas actuaciones musicales que se celebrarían en alguna de las salas de Valencia, entre otras muchas cosas.
Darío Navalperal